A mí también me costaba identificar qué me pasaba realmente, y mucho más me costaba expresarlo. Me acostumbré a tragarme las palabras, a fingir que todo estaba bien cuando por dentro había un caos que no sabía cómo ordenar. Y entonces escribí. No con la intención de hacer algo bonito o correcto, sino porque era la única forma en la que podía vaciar lo que llevaba dentro sin que nadie interrumpiera, sin que nadie me juzgara, sin que nadie pudiera decirme lo que debía o no sentir.

Escribir me liberó. Pero no solo liberó lo que callaba, sino también la parte de mí que había aprendido a esconderse. Mi parte más honesta, más vulnerable, más espontánea. Esa parte que temía ser juzgada, malinterpretada o rechazada. Porque muchas veces no es que no sepamos lo que sentimos, es que tenemos miedo de admitirlo. Nos da miedo que los demás cambien la percepción que tienen de nosotros, que nos vean débiles o confundidos. Nos da miedo que nuestra versión escrita sea demasiado real.

Y es que escribir no es solo poner palabras en un papel. Es un acto de honestidad. Es permitirte decir «esto me duele», «esto me pesa», «esto no lo entiendo», sin sentir culpa. Es aprender a reconocer que no siempre tienes que estar bien y que no pasa nada por admitirlo. Escribir me enseñó que no era malo decir «no me gusta esto», «me lastima esta situación», «necesito algo diferente». Me enseñó que no siempre tengo que explicar lo que siento a los demás si yo misma aprendo a entenderlo primero.

La escritura me liberó también de la tensión de esconderme. Dejé de sentir esa presión en el pecho, esa irritabilidad que aparecía de la nada, esa necesidad de explotar por pequeñas cosas. Porque cuando todo se queda dentro sin ser expresado, busca la manera de salir, aunque sea en forma de mal humor, ansiedad o insomnio.

Por eso lo digo tantas veces: no se trata de escribir bien, se trata de permitirte escribir. De darle forma a lo que sientes sin miedo a que sea demasiado, sin miedo a no encontrar las palabras exactas. La escritura te da perspectiva, te ayuda a poner distancia, te permite encontrar maneras más sanas de decir lo que llevas dentro sin que el dolor te domine.

Así que si alguna vez has sentido que hay cosas dentro de ti que no sabes cómo expresar, quiero invitarte a «Del Silencio a la Voz». Un taller de escritura emocional en el que vamos a explorar cómo soltar, cómo decir lo que pesa y cómo conectar contigo misma desde un lugar más honesto y compasivo.

Si esto te resonó, te espero. No tienes que escribir bonito, solo tienes que escribirte.

Sofía Alonso Díaz