A lo largo de la vida, todos nos encontramos con personas que, aunque parecen estar bien por fuera, nunca logran expresar lo que realmente sienten. Quizás incluso tú te hayas sentido de esa manera en algún momento. Pero, ¿Qué hay detrás de esa barrera que impide que alguien se abra emocionalmente?
Primero, es importante entender que la incapacidad para expresar emociones no suele surgir de la nada. Hay razones profundas que pueden influir en el comportamiento de alguien que no comparte cómo se siente. Detrás de esa fachada pueden esconderse varios factores emocionales y psicológicos.
1. Miedo al juicio o al rechazo
Una de las razones más comunes por las que una persona no expresa sus emociones es el miedo al juicio o al rechazo. Imagínate si alguna vez abriste tu corazón o hablaste de tus sentimientos, solo para ser ignorado, criticado, o incluso burlado. Eso puede doler mucho y llevar a que la persona decida «mejor me lo guardo para mí». Este temor se convierte en una especie de protección para no volver a sentirse herido o vulnerable.
2. Falta de autoconocimiento emocional
A veces, la dificultad para expresar emociones no viene del miedo al qué dirán, sino simplemente de no saber cómo hacerlo. No todas las personas han aprendido a identificar lo que sienten, o a ponerlo en palabras. En estos casos, las emociones se convierten en algo confuso y desbordante, lo que lleva a la persona a evitar hablar de ellas. Imagina tener un montón de cables enredados y no saber por dónde empezar a desenredarlos; eso es lo que pueden sentir.
3. Entornos que invalidan las emociones
El entorno en el que crecimos tiene un gran impacto en cómo manejamos nuestras emociones. Si una persona creció en una familia donde «no había tiempo para tonterías» o donde se ridiculizaban los sentimientos, es probable que haya aprendido a tragarse sus emociones. Esta persona puede pensar que expresar lo que siente es innecesario o incluso una muestra de debilidad. Así que, para evitar parecer vulnerable, prefiere callar y seguir adelante.
4. No querer «cargar» a los demás
Otra razón común es la idea de que expresar las emociones puede ser una carga para los demás. «No quiero molestar», «Mis problemas no son tan importantes» o «Los demás ya tienen suficiente con lo suyo» son pensamientos que pasan por la mente de muchas personas. Creen que compartir lo que sienten puede ser una molestia, y prefieren evitarlo para no parecer egoístas. Este pensamiento suele estar vinculado a una baja autoestima, donde la persona siente que no tiene el derecho de poner sus necesidades por delante.
5. Necesidad de control
Para algunas personas, expresar sus emociones se siente como una pérdida de control. Mostrar lo que sienten puede hacer que sientan que pierden la «fuerza» que aparentan. Mantener una fachada de calma o dureza les ayuda a controlar su imagen o la situación en la que están. Sin embargo, esto les lleva a acumular estrés y a desconectarse no solo de los demás, sino también de sí mismos. La necesidad de control es tan fuerte que cualquier muestra de vulnerabilidad se ve como un riesgo.
¿Qué pasa cuando no expresamos nuestras emociones?
El problema de no compartir cómo nos sentimos es que, aunque creemos que estamos evitando conflictos o incomodidades, lo único que estamos haciendo es acumular esas emociones. Como una olla a presión que no suelta vapor, llega un momento en que el cuerpo y la mente ya no pueden más, y ahí es cuando surgen problemas como la ansiedad, el estrés crónico o incluso la depresión.
Cuando no somos capaces de poner en palabras lo que nos pasa por dentro, estamos negándonos la posibilidad de procesar y entender nuestras emociones. Esto no solo afecta nuestras relaciones personales, sino también nuestra salud mental.
El papel de la escritura expresiva
Aquí es donde entra la escritura expresiva como una herramienta poderosa. A veces, hablar directamente sobre lo que sentimos con los demás puede ser demasiado intimidante o abrumador. La escritura expresiva nos ofrece un espacio seguro para soltar lo que llevamos dentro, sin miedo a ser juzgados.
Escribir nos permite ponerle palabras a eso que, de otra manera, podría quedarse atrapado en nuestro interior. No se trata de escribir para que quede bonito o para que alguien lo lea, sino de sacar todo lo que está estancado. A través de la escritura, puedes explorar lo que te preocupa, lo que te frustra, lo que te duele, sin filtros.
Cuando escribes, te das la oportunidad de reconocerte, de procesar lo que te está afectando y, con el tiempo, empezar a liberar esa carga emocional que has estado acumulando. Es un espacio donde puedes ser completamente honesto contigo mismo. Y muchas veces, al ver tus pensamientos y emociones en el papel, se hace más fácil entenderlas, aceptarlas y, eventualmente, hablar sobre ellas con los demás.
Si alguna vez te has sentido incapaz de expresar lo que sientes, o si conoces a alguien que lo vive, recuerda que la escritura puede ser una vía para abrir ese canal emocional. No tienes que guardártelo todo, no tienes que enfrentar las cosas solo. Empieza por escribirte y verás cómo poco a poco, las palabras y las emociones comienzan a fluir.
Sofía Alonso Díaz
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