Primero, me tomaría un momento para mirarla a los ojos, esos ojos llenos de curiosidad y le diría: «Nunca pierdas esa chispa, porque es lo que te hará única en este mundo.» Es fácil dejar que el brillo se apague cuando la vida te pone obstáculos, pero es esa luz la que te guiará en los momentos más oscuros. No permitas que nadie te haga dudar de tu valor, ni siquiera tú misma.

Luego le diría algo que : «Está bien no saberlo todo.» La realidad es que nadie lo sabe todo, y está bien aprender sobre la marcha. De hecho, es en la incertidumbre donde encontrarás las mejores oportunidades para crecer. Así que no te presiones tanto, disfruta del viaje y aprende a abrazar el misterio de la vida.

Otro consejo que le daría es «Escucha tu intuición, incluso cuando otros te digan lo contrario.» De niña, tu intuición es pura y sincera. Es esa pequeña voz dentro de ti que siempre sabe lo que es mejor para ti, incluso cuando los demás no lo ven. Con los años, es fácil que las opiniones de los demás se vuelvan más fuertes que esa voz interior. Pero si algo he aprendido, es que tu intuición rara vez se equivoca. Confía en ella, porque será tu brújula en este mundo caótico.

Le diría también: «No tengas miedo de fallar.» Lo que no te dicen es que en cada error, en cada tropiezo, hay una lección invaluable. Esas caídas te hacen más fuerte, más sabia, y más resiliente. Así que, cuando enfrentes un fracaso, míralo como un paso más hacia tu crecimiento, no como el final del camino.

Y no puedo dejar de decirle esto: «Las personas más importantes en tu vida serán las que te acepten tal como eres.» A lo largo de la vida, conocerás a muchas personas, pero solo unas pocas serán verdaderamente significativas. Estas serán las que te valoren por lo que eres, con tus virtudes y tus defectos. No te esfuerces en encajar en moldes que no son tuyos solo para ser aceptada. Quien realmente merezca estar en tu vida, te querrá tal como eres.

Finalmente, le diría algo que me hubiera gustado escuchar más de niña: «Sé amable contigo misma.» A veces, somos nuestras peores críticas. Nos castigamos por no ser lo suficientemente buenas, por no alcanzar las expectativas que nos imponemos. Pero, ¿sabes qué? Mereces la misma amabilidad que das a los demás. No te hables con dureza, no te castigues por tus errores. Sé tu mayor aliada, porque el amor propio es la base de una vida plena y feliz.

Si pudiera viajar al pasado, abrazaría a esa niña y le diría todo esto. Porque sé que la vida no siempre será fácil, pero con estos consejos, estará mejor preparada para enfrentarlo todo. Le recordaría que, aunque crezca y cambie, siempre llevará dentro de ella la fuerza, la sabiduría, y el amor que necesita para ser feliz.

Y, sobre todo, le diría que siempre recuerde que es suficiente, exactamente como es.

Sofía Alonso Díaz