La ansiedad llega sin avisar, en cualquier momento del día. Quizás estás en medio de una reunión, o simplemente sentado en casa, y de repente sientes ese nudo en el estómago, esa presión en el pecho que te dice que algo no está bien. Es como un torbellino que amenaza con arrastrarte.

En esos momentos, cuando parece que la ansiedad te está ganando, toma un papel y un bolígrafo, o abre una nueva nota en tu teléfono. No importa dónde estés, lo importante es que te permitas un instante para practicar escritura expresiva. Este es tu espacio seguro, tu herramienta para conectar con tu interior.

Empieza describiendo lo que sientes, tal cual. No te preocupes por las palabras correctas ni por la gramática. Solo escribe: “Siento que el pecho me aprieta”, “Me estoy ahogando en pensamientos”, “No puedo dejar de preocuparme por…”. A medida que las palabras fluyen, es posible que descubras cosas que no sabías que estaban ahí, ocultas bajo la superficie de la ansiedad.

Una vez que hayas expresado lo que estás sintiendo, trata de dar un paso más. Escribe sobre lo que desencadenó esa ansiedad. “Esto comenzó cuando pensé en…”, o “Me siento así porque…”. A veces, solo identificar la raíz de la ansiedad puede hacer que pierda un poco de su poder.

Luego, redirige tu escritura hacia un lugar de comprensión y cuidado hacia ti mismo. Pregúntate: “¿Qué es lo que más necesito en este momento?” y escribe la respuesta. Tal vez sea calma, tal vez sea seguridad, o tal vez simplemente necesites un momento para respirar.

A continuación, escribe un recordatorio para ti mismo. Algo que te pueda reconfortar en este momento. Puede ser algo tan simple como: “Esto es temporal. He pasado por esto antes y lo superé”, o “Estoy a salvo en este momento”. Este es un acto de autocuidado, un momento de autoconocimiento que te ayudará a encontrar tu equilibrio en medio de la tormenta.

No necesitas escribir mucho, ni preocuparte por hacer de esto un ejercicio perfecto. La escritura expresiva, en momentos de crisis, es tu herramienta para anclarte, para darle forma al caos interior y devolver un poco de control a tu vida.

Cuando sientas que has dicho todo lo que necesitabas decir, cierra el cuaderno, guarda la nota, o simplemente deja de escribir. Respira hondo, sabiendo que has hecho un esfuerzo consciente por cuidarte. La crisis de ansiedad puede no desaparecer de inmediato, pero has tomado un paso activo hacia tu bienestar. Has transformado ese torbellino interno en algo tangible y manejable.

Sofía Alonso Díaz